En el medio mayoreo de frutas y verduras, es decir, la venta por cajas a comerciantes, los márgenes de comercialización no están claros, lo que afecta el precio para los consumidores mexicanos.

Es ahí donde las autoridades deberían vigilar el comportamiento de los precios, señaló Juan Carlos Anaya, director del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).

“Tiene que cuidar y hacer un seguimiento, a través de Profeco o Cofece, que no haya acaparamiento ni especulación en estos productos.

“Esto afecta mucho el poder adquisitivo de las familias, más entre los que menos tienen”, alertó Anaya.

Y es que el precio final que se paga por frutas y verduras dista de los pagos que los agricultores reciben por sus cosechas, lo que refleja un aumento de costo entre los intermediarios de venta al mayoreo y medio mayoreo.

Otros factores que inciden en los precios son las sequías y las zonas y tipo de comercio donde se compra, señaló Anaya.

De acuerdo con datos del GCMA, en octubre pasado, el jitomate saladette reportó una margen de comercialización de más de 200 por ciento: el pago a agricultores fue de 8.80 pesos por kilo, los mayoristas pagaron cerca de 12 pesos y los vendedores de medio mayoreo pagaron poco más de 16 pesos, para que el precio final a consumidores alcanzara 27 pesos.

Otro producto que reportó una de las mayores diferencias en sus márgenes de venta fue la naranja valencia, la cual se le pagó a productores de Veracruz en 7 pesos, mientras que los comerciantes de medio mayoreo, es decir, los que venden a mercados, tianguis y demás comercios minoristas, pagaron alrededor de 9 pesos.

No obstante, la Profeco detectó precios de hasta 26 pesos por kilo de naranja valencia, lo que reflejó un margen de comercialización de 275 por ciento.

Para Anaya, los agricultores, que reciben el menor pago, son quienes registran los principales riesgos al enfrentar retos como las sequías, huracanes e incrementos en insumos.

Sin embargo, agregó, al empezar la cadena de comercialización, los compradores mayoristas también deben asumir desde pagos por empacado hasta cobros por derecho de piso e inseguridad en carreteras, lo cual termina impactando a los compradores finales.

“El transporte se ha encarecido por todos los robos derivado de la falta de seguridad y cuando llegan los camiones al mayoreo ya se ve el margen que hay entre el productor y el mayorista”, explicó el especialista.

Para reducir los diferenciales, recomendó atender las necesidades de cada elemento de la cadena, ya sea el productor en el campo y la falta de financiamiento o seguros para sus cosechas, o los retos de seguridad entre los mayoristas.

Los consumidores pueden paliar parte de los incrementos con la compra de productos de temporada.

¿Y la ganancia?

Para los agricultores, que asumen el mayor riesgo en la producción de alimentos, los precios pagados por sus cosechas son los más bajos en la cadena de comercialización.