Excelsior | Falló la autosuficiencia… y prevaleció la lógica
Pascal Beltrán del Río. 19 septiembre 2023.
Cuando falta un año para que termine el periodo del actual gobierno, es tiempo de comenzar a revisar si se cumplieron los compromisos asumidos en campaña y en los primeros meses de la administración. Eso deberá llevarnos a revisitar temas como la seguridad pública, la exportación de hidrocarburos y la relocalización de las oficinas de gobierno, etcétera.
Veamos hoy qué sucedió con la promesa de lograr la autosuficiencia alimentaria. Andrés Manuel López Obrador comenzó a hablar de ello cuando era candidato presidencial. El 10 de abril de 2018, en el marco del 99 aniversario luctuoso de Emiliano Zapata, ofreció una “nueva política económica y social” que se aplicaría en caso de ganar las elecciones.
Esa vez, afirmó que entre las primeras acciones que llevaría a cabo su gobierno estaría fijar precios de garantía para los productores del campo, con la finalidad de que México dejara de comprar alimentos en el extranjero. “Vamos a producir todo lo que consumimos”, se comprometió el tabasqueño.
Por aquellos días escribí en este espacio que no hay relación causa-efecto entre ser autosuficiente en alimentos y generar desarrollo económico, pues existen países, como Noruega, que importan la mitad de lo que comen y otros, como Argentina, que, pese a que producen más alimentos de los que necesitan, van de crisis en crisis.
Además afirmé, con base en opiniones de expertos, que una política así es insostenible desde el punto de vista de la producción –pues tenemos una geografía con grandes extensiones de montañas y desiertos, donde la agricultura intensiva resulta imposible, así como una prevalencia de minifundios en el campo– y, también, que es innecesaria, pues la liberalización comercial nos permite acceder a alimentos a buenos precios en el mercado internacional, y que, en muchos casos, es más barato importarlos que producirlos.
Ya en el gobierno, López Obrador siguió insistiendo en su meta de autosuficiencia, con especial énfasis en el maíz y el frijol. Lo hizo en diferentes ocasiones, entre ellas las siguientes: al clausurar un foro de Banorte, el 21 de agosto de 2019; en un diálogo con pueblos indígenas, el 5 de enero de 2020, y en el informe que dio, con motivo de sus dos primeros años en el gobierno, el 1 de diciembre de ese mismo año, así como en varias de sus conferencias matutinas, como las del 11 de julio de 2019, 20 de agosto de 2020, 23 de marzo de 2021, 27 de mayo de 2022 y 18 de julio de 2023. De acuerdo con el buscador de su página de internet, el mandatario se ha referido al tema en al menos 150 actos oficiales.
Incluso creó una subsecretaría de Autosuficiencia Alimentaria, dentro de la Secretaría de Agricultura. Y prometió que esta última dependencia se iría de la Ciudad de México para instalarse en Ciudad Obregón, Sonora, cosa que no ocurrió.
A casi cuatro años y diez meses de haber tomado posesión, la autosuficiencia no sólo no es una realidad, sino que el país está importando una mayor cantidad de granos y oleaginosas. En 2018, México importaba 35.8 millones de toneladas métricas de esos productos y probablemente termine el año importando 40 millones, de acuerdo con datos del Grupo Consultor en Mercados Agrícolas.
Las importaciones de maíz fueron de 17.1 millones de toneladas en 2018 y este año cerrará con un volumen cercano a 18 millones, a decir de la misma fuente. En trigo pasaremos de 4.9 millones de toneladas de importación a 5.2 millones. En frijol, de 164 mil toneladas a 220 mil, aunque en un año se triplicó el volumen de lo importado.
Pero eso que pudiera parecer malo no lo es. Como preveía yo desde los tiempos de la campaña, ha resultado más barato traer de fuera algunos tipos de alimentos que producirlos en casa, pues, por ejemplo, el valor de las importaciones totales de granos y oleaginosas ha sido menor en 1.5% entre lo que va de este año y el mismo periodo del 2022.
El mercado se ha impuesto ante el objetivo irrealizable de la autosuficiencia alimentaria. Lo malo ha sido el dinero público y el tiempo que se destinaron a ese mal sueño, pues pudieron haberse aprovechado en otra cosa.