Rafael Rach Solana | 24 de diciembre de 2025
El maíz es hoy uno de los dilemas a los cuales se enfrenta la administración pública federal. A raíz de la prohibición del cultivo de maíz transgénico en suelo mexicano, a los campesinos y agricultores les resulta imposible competir con el importado que se vende más barato.
Y es que la tonelada de maíz transgénico hoy es más barata de producir, por sus altos rendimientos de cosecha. De acuerdo con el departamento de Agricultura de los Estados Unidos, durante el ciclo 2025-2026 se espera alcanzar la cifra histórica de 425 millones de toneladas de maíz, por lo que la cotización varió a la baja alcanzando los 146 dólares/tonelada (unos $2,696.00 pesos M.N.), en los mercados internacionales. En un mercado global este incremento en la producción y la disminución de los costos del producto afectan a todos los países y México no es la excepción.
La caída de precios internacionales provocó la necesidad de ajustar los precios de garantía en México, tanto para el maíz amarillo como del blanco (una reducción del 22% y 20%, respectivamente). Estos ajustes de los precios de garantía, según los productores del país, significa el quebranto para sus economías. Productores nacionales reclaman al gobierno mexicano por la evidente insuficiencia para cubrir los gastos de producción con los actuales precios de garantía. De acuerdo con expertos del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) «los productores de riego apenas alcanzan una rentabilidad del 2%, equivalente a $1,168.00/hectárea, mientras que en las zonas de temporal se prevén pérdidas de hasta 8%, con un déficit de $3,270/hectárea». Esto es, el precio de garantía del maíz amarillo ($5,840.00 MN) y del maíz blanco ($7,200.00, en el estado de Guanajuato), no alcanza a cubrir los precios de producción y por eso las protestas; esto contrastando con el precio de garantía del maíz nativo y pigmentado que alcanza un valor de ocho mil pesos la tonelada, pero solamente en los estados de México, Puebla y Tlaxcala. Por ello las protestas.
¿Qué es el maíz transgénico?
Es un maíz proveniente de una semilla que fue tratada a través de una edición genética, con el fin de modificar su genoma para hacerlo más resistente a algunas plagas y la tolerancia a algunos herbicidas. Esta modificación genética permite un importante incremento en la productividad del cultivo de maíz. Existen dos tipos de maíz transgénico: el maíz Bt (por el uso de la bacteria Bacillus thuringiensis) y el maíz NK. Además de ellos, existe otro tipo que es el maíz Roundup Ready, resistente a herbicidas. Con esa modificación, este maíz puede alcanzar una productividad cercana las cinco toneladas, en comparación con el nativo que puede llegar a 1.77 a 3.7 toneladas/hectárea (la última cifra de 3.7 fue calculada a través de las cifras de producción de maíz en grano en México 2024: https://blogagricultura.com/estadisticas-maiz-grano-mexico/). Este maíz puede soportar condiciones climáticas extremas, como sequías o heladas. Esa simple modificación genética, ampliamente utilizada por los productores de los Estados Unidos disminuye los costos de producción al no requerir sustancias como herbicidas o plaguicidas. Adicionalmente, su uso permite contribuir a la protección del ambiente y es menos dañino para la salud humana.
¿En México es posible adoptar la práctica de producir usando maíz transgénico?
La respuesta es No. Según la visión del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología y Humanidades (CONACyTH) de la administración federal pasada y su directora la Dra. María Elena Álvarez-Buylla, «México es el centro de origen y diversificación del maíz, y su cultivo tiene un profundo significado cultural y ecológico». Por ello, desde 2020 el gobierno mexicano emitió un decreto que prohíbe el uso de maíz genéticamente modificado para consumo humano, buscando proteger las variedades nativas y la salud pública. En 2023, se reforzaron estas medidas, enfatizando la sustitución del maíz transgénico en la alimentación humana y animal. Esta prohibición entro en vigor el 18 de marzo de 2025.
Esta visión, sin embargo, al parecer no tiene mucho sustento científico y se requieren más estudios para demostrar fehacientemente su efecto en la salud humana o en el ambiente.
Expertos en el tema mencionan que «aún no hay suficientes pruebas que demuestren el daño que podría causar en la salud… y se advierte que se requiere más investigación sobre su impacto en especies acuáticas y la infiltración de estos compuestos en el suelo y el agua para evaluar su posible perjuicio a la salud». Los expertos mencionan que estos cultivos pasan rigurosas evaluaciones de seguridad antes de ser aprobados, aunque algunos estudios sugieren que podría haber riesgos ambientales y en la biodiversidad, pero actualmente esto tendría que tomarse como una hipótesis a probar. El Dr. Francisco Bolívar, miembro del Colegio Nacional y uno de los bioquímicos más reconocidos en
México, ha sostenido que «los maíces transgénicos son parte de una tecnología biológica segura e indispensable para la producción de alimentos y medicamentos avanzados e inocuos».
Argumenta que «los organismos transgénicos son de bajo riesgo porque los genes son naturales y han sido utilizados en la producción de alimentos y medicamentos durante más de 35 años sin evidencia de daño a la salud o al medio ambiente».
Coincido con Aguilar Camín: una mala política basada en la supuesta conservación de variedades originarias de maíz, sustentada en el «manoseo» de la ciencia para favorecer políticas erráticas con perjuicio para los mexicanos y el desprestigio hacia las instituciones que hacen ciencia, trae consigo conflictos innecesarios
Hoy las demandas de los productores de maíz que no pueden usar el maíz transgénico a desquiciado carreteras, cruces fronterizos y entradas a algunas ciudades principales de muchos estados de la república; argumentan que el precio de garantía no es suficiente.
Sumado a lo anterior, observamos que cuando la ciencia se usa en contra de su principal fundamento: generar conocimiento, esto resulta en un despropósito. La ciencia es para apoyar al desarrollo humano con racionalidad, pero también con la sensibilidad a las propias necesidades del sapiens.
Parte de la solución al conflicto del campo es que se reabra la discusión sobre el uso de los organismos genéticamente modificados bajo una óptica netamente científica y se eliminen todas esas pasiones ideológicas que solamente impiden el propio desarrollo de la actividad científica.
Fuente: El Vigía