El Economista | Maíz transgénico, no; pleito comercial, inexorable

Marco A. Mares. 19/06/2023.

Por lo que dijo ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador, parece que México avanza, inexorablemente, hacia la activación de un panel de controversias, por su prohibición al maíz genéticamente modificado (OGM) o transgénico, con sus principales socios comerciales: Estados Unidos y Canadá.

Además de que, como ha ocurrido hasta ahora, en lo que resta del sexenio, continuará prohibida la técnica del fracking, a pesar de que Pemex lo solicitó recientemente al Jefe del Ejecutivo, de acuerdo con lo que reveló el propio mandatario.

Ni maíz transgénico para consumo humano; ni fracking para la extracción de hidrocarburos.

Ambos temas, tienen una fundamentación ideológica. Hasta ahora, el gobierno mexicano no ha mostrado bases científicas que respalden sus argumentaciones. En el caso del maíz transgénico, es precisamente la solicitud que está haciendo el gobierno de EU al de México, que demuestre científicamente que hace daño a la salud humana. Ayer el presidente de la República propuso que se pongan de acuerdo las agencias de salud de ambos países para que investiguen y determinen si hace daño o no.

El presidente de la República anunció en la conferencia mañanera que está por firmar en ésta semana, un acuerdo para que las tortillerías sólo utilicen maíz blanco; no transgénico.

Además, anticipó que impondrá aranceles para que no se importe maíz blanco y se compre a los productores nacionales el maíz blanco.

El presidente López Obrador dijo que so pretexto de que se está importando maíz blanco más barato, se está comprando maíz transgénico. Aseguró contar con las pruebas.

De esa manera dejó ver con anticipación, que su gobierno no cederá frente a Estados Unidos y a Canadá que recientemente secundó, –aunque de manera diferenciada al gobierno estadunidense– en la controversia con México en materia de maíz amarillo.

De parte de EU han crecido las preocupaciones y las presiones de legisladores y funcionarios de ese país en torno a este tema en las últimas semanas.

Han señalado que el gobierno de México mantiene una posición ideológica y no científica y que no ha logrado comprobar el presunto daño que provoca el maíz transgénico a la salud humana. El Presidente de México dijo que en esta materia, su gobierno “está poniendo orden” y enfatizó que “no hay que tenerles miedo a las controversias porque México es el principal socio económico-comercial de EU”.

O sea que no dará marcha atrás en cuanto a que México dejará de importar maíz amarillo transgénico en el año 2025. Por lo menos hasta que termine su gestión. En el mundo, la tendencia va en sentido contrario al que sigue México.

De acuerdo con las estadísticas del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas que encabeza Juan Carlos Anaya, al cierre del 2019, 29 países cultivaron 190.4 millones de hectáreas de productos biotecnológicos.

La participación por superficie de esos países se divide en: 71.5 millones de hectáreas en EU; 52.8 millones de hectáreas en Brasil; 24 millones de hectáreas en Argentina; 12.5 millones de hectáreas en Canadá; 11.9 millones de hectáreas en la India y 17.7 millones de hectáreas en otros. Muchos países siguen adoptando la biotecnología y México, va a contracorriente.

Ayer mismo, la Cámara Internacional de Comercio México (ICC) advirtió que el superávit agroalimentario, por 15 mil millones de dólares, de México con EU está en riesgo por el conflicto sobre maíz transgénico.

Por lo que toca al fracking, aunque sólo refrendó lo que ha dicho en múltiples ocasiones, lo cierto es que de acuerdo con organizaciones civiles que se oponen a esa técnica, sí se está utilizando.

El gobierno mexicano, han dicho, financia y desarrolla proyectos de extracción de hidrocarburos que requieren el uso de fractura hidráulica o fracking en yacimientos no convencionales.

Son dos temas en los que México está marcando un rumbo, que más temprano que tarde tendrá consecuencias negativas en su producción agrícola y en la explotación energética. Al tiempo.