El viernes pasado, después de varios días de negociaciones, los gobiernos de México y Estados Unidos llegaron a acuerdos en materia migratoria, que suspendieron la aplicación de aranceles a las importaciones de productos mexicanos.

Felicitamos a ambos gobiernos por alcanzar un acuerdo evitando la guerra comercial, que afectaría tanto a los consumidores como a los sectores productivos de ambos países. Cabe mencionar que los Congresos de Estados Unidos fueron consistentes insistiendo a su Presidente que la imposición de aranceles no es la vía de solución al conflicto.

Así mismo, los sectores productivos tanto de Estados Unidos como de México, conscientes de las repercusiones económicas que implicarían las sanciones arancelarias, presionaron fuerte a sus gobiernos para alcanzar acuerdos sin afectar el comercio bilateral.

Sin embargo, es claro que el presidente Trump encontró el camino para amenazar a México donde más le duele, ya que el principal destino de las exportaciones mexicanas es nuestro vecino del norte.

En el caso del sector del sector agroalimentario es clara la desigualdad en el comercio bilateral. Mientras que para nuestro país las exportaciones a Estados Unidos del sector agroalimentario en 2018 representaron el 77.3% del total, destacando los sectores: hortofrutícola, agroindustrial y pecuario con la mayor dependencia; el mercado mexicano de exportación de productos agroalimentarios para Estados Unidos fue menor del 12.6% de su total en el mismo año, donde el sector pecuario fue el de mayor importancia.

Es importante que se mantengan los acuerdos comerciales entre México, Estados Unidos y Canadá, con el fin de aprovechar las ventajas competitivas de cada uno de ellos en un gran mercado con acceso preferencial; sin embargo es claro que para la economía de nuestro país es clave mantener el acceso al mercado de Norteamérica.